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sábado, 26 de enero de 2013

CAPÍTULO 8: Una extraña



Miré fijamente el espejo, mientras intentaba controlar la respiración. Aunque aquella simple acción me costaba lo suyo.
Me era difícil hasta alzar la vista para ver mi cara, dado que al hacerlo, necesitaba volver a desviarla hacia cualquier otra dirección, intimidada por aquella extraña que me miraba desde mi reflejo.
Mis manos me sudaban copiosamente, nerviosa como estaba y ni siquiera podía secármelas por miedo a estropear la bonita tela de mi vestido.
Me había puesto un delicado vestido de seda azul, con terminaciones bordadas en un tono más oscuro y un vuelo brillante en los repliegues de la falda. Aunque era algo que por mi propia voluntad no me habría puesto jamás, debía reconocer que era hermoso, tanto que me sentía como si fuera una mancha fea y blancuzca sobre él.
Casandra lo había comprado para lucirlo en la boda de una de sus amigas de la infancia, pero resultó que la boda se había cancelado y el precioso vestido quedó abandonado en un armario. Pero aquella mañana, Casandra lo había estado buscando para la ocasión. Había revuelto los roperos hasta encontrarlo en el fondo de uno, aún cuidadosamente envuelto.
Se suponía que a un concierto una tenía que ir arreglada, pero no me habría imaginado jamás que al llegar a casa, de vuelta del instituto, me encontraría con aquella prenda, expuesta como en un museo, sobre mi cama, lista para ser usada.
Además, ya que era un concierto de rock, dudaba de poder encajar, vestida de aquella manera.
En un principio me había negado en redondo a llevar aquella prenda para esa tarde, pero Casandra había pensado en todo. 
Ella me había maquillado; con sombras muy oscuras alrededor de mis ojos, que los hacían destacar como dos zafiros y había aplicado una base a mi piel, ya de por sí clara, que la hacía más blanquecina y uniforme como la de una muñeca de porcelana. Y el toque final habían sido los labios. Yo había creído que utilizaría un tono rojizo, dado que era lo único que me faltaba para parecer la reencarnación de Blancanieves; pero, en cambio, ella me los pintó de un tono oscuro, no sabría decir si marrón o violáceo que me hacía parecer de alguna forma más... ¿sexy? Jamás me había visto "sexy", es más, con mis converse, vaqueros y sudaderas me sentía muy a gusto, más en mi propia piel, pero para nada sensual. Compararme a mí con algo sexy era como decir que Woody de 'Toy Story' estaba bueno.
Casandra creía que para la ocasión yo debía estarlo.
Bufé, mientras apartaba la vista, nuevamente, del espejo. Aquella chica que veía reflejada, no parecía yo misma.
Nunca, o casi nunca, me maquillaba y de pronto era como encontrarme con una versión mejorada de mí misma.
Suspiré y aparté un mechón castaño de mi vista.
Otra de las "modificaciones" de Casandra, había sido el pelo.  La muy bellaca no me había dicho jamás que sabía hacer batidos y de pronto me había encontrado con aquella mata de pelo castaño que me caía en ondulaciones (gracias a las espuma, ¡qué gran invento para madres torturadoras!) por los hombros y que había aumentado por lo menos el doble de su volumen habitual.
- Supongo que no ha quedado tan mal. – me dije a mí misma, mientras desataba la coleta que había estado reteniendo mi pelo aquel tiempo - Al menos, ahora si que parece que vaya  un concierto... aunque puede que de música clásica.
- ¿Dana? – la voz de Harry surgió desde la puerta.
- ¿Qué ocurre? – pregunté, alarmada, por el tono sorprendido de su voz.
- ¿Eso es maquillaje? - sus ojos, grandes por la impresión, me observaron de arriba a abajo.
Reí y le revolví los cabellos.
- Sí, por increíble que te parezca. - le respondí, sonriendo al fin. Al menos me había reconocido. Era una buena señal.
Se escucharon unos pasos atolondrados y al poco tiempo apareció Casandra, con un rimel en la mano y los cabellos desordenados. Frenó un instante y dejó caer el rimel al suelo, lanzando una exclamación al verme.
- ¡Vaya! ¡Dana, estás irreconocible! - soltó, mientras seguía mirándome de arriba a abajo.
Un rubor se extendió por mis mejillas.
- ¿Tan mal estoy? - pregunté, indecisa.
- ¿Mal? Cariño, estás preciosa. - recogió el rimel - En serio, es solamente que… te veo distinta.
¿Sólo distinta? En mi opinión, me había convertido en una extraña.
Iba a contestar, cuando alguien llamó al timbre.
- Debe de ser Simon, para que vayamos al concierto.  - me apresuré, recogiéndome el vuelo del vestido, que, a pesar de ser corto, se bamboleaba demasiado.
Corrí a abrir la puerta,  con el corazón batiéndome acelerado en el pecho.
En el umbral de la puerta, tal y como había imaginado, estaba Simon, vestido con una cazadora azul eléctrico y unos pantalones negros ciñéndose a sus largas piernas.
Estaba realmente guapo también. Los pantalones se le ceñían a las caderas y dejaban a la vista una diminuta franja de piel blanquecina.
Aparté la vista, azorada.
- ¿¡Dana!? – dijo sorprendido.
- Antes de nada, lo del maquillaje ha sido cosa de Casandra. - me adelanté, antes de que pudiera decir nada - Y lo del vestido y lo del pelo... - suspiré - Bueno, ¿qué tal estoy?
Simon cerró apresuradamente la boca y se pasó la mano por los oscuros cabellos, en un gesto nervioso.
- Te ves… guapa. – dijo, mientras sus mejillas adquirirían un leve rubor.
Intenté mirar hacia otra parte y me mordí con nerviosismo la uña del pulgar.
- Gracias. - respondí, cortada.
- Aunque la verdad, no sé... te ves demasiado... femenina. - soltó una risilla - Parece que estés esperando a tu príncipe azul para bailar hasta las doce.
- Bueno, ¿tú vas de azul, no? - sonreí, complacida de que no me tratara de forma diferente, solo porque mi aspecto lo fuera.
- Aunque de príncipe tengo poco. - soltamos un risilla al unísono.
- ¿Y a las doce la traerás de vuelta? - preguntó Casandra, sorprendiéndonos a ambos.
- Sin problemas, Casandra. - arguyó Simon, con aquella complicidad inexplicable que existía entre Casandra y él.
Simon era su ojito derecho, como si fuera un hijo más.
- Supongo que tenemos que ir yendo. – me apresuré a decir, antes de que Casandra empezara con sus habituales preguntas.
- ¿Ya os vais? - preguntó ella, perpleja.
- Sí, preferimos llegar antes. - contesté esquivamente mientras buscaba un abrigo.
- ¿Descalza? - insistió.
-Sí... - miré mis pies y caí en la cuenta - Voy a ponerme unos zapatos.
Corriendo hasta el armario de Casandra revolví hasta encontrarlas.
Al verlas lo supe, eran lo que necesitaba.
Me calcé rápidamente y volví junto a Casandra y Simon, con una sonrisa dibujada en el rostro.
Casandra fulminó mis zapatillas con sus ojos.
- ¿Converse negras? - preguntó, al borde de un ataque de histeria maternal.
- Es que las mías están para lavar, y además son rojas y no pegarían. - intenté escaquearme.
- Pero, no es ese el problema, sino ¿por qué te has puesto converse en vez de unos zapatos más... delicados? - Casandra, parecía no encajar del todo que una adolescente prefiriera zapatillas a esas incómodas bailarinas.
- Molan. - arguyó entonces Simon - Te dan un aire rebelde. - su sonrisa se extendió en un reflejo de la mía.
Casandra puso los ojos en blanco y asintió.
- Haz lo que quieras, a fin de cuentas... - dejó la frase en el aire.
- Gracias. - me acerqué y le di un beso en la mejilla. Era suave y blanquecina, y su piel olía a hierbabuena.
- Cuidaos. - me estrechó un momento entre sus brazos y me volvió a soltar.
- Volveremos para la cena, te lo prometo. - le aseguré.
Agarré la chaqueta de cuero negra y me despedí de Harry y Casandra.
En el pasillo nuestros pasos ni siquiera resonaban, sino que reinaba un silencio sepulcral.
- ¿Sabes una cosa? A pesar de que te queda bien este vestido, me gustan más tus sudaderas. - comentó entonces Simon.
- ¿Ah si? ¿Por qué? - me sorprendí.
- Es que no es tu estilo.
Simon seguía mirándome de arriba abajo y le dirigí una mirada pícara.
- No esperaba que te impresionara tanto verme así.
Simon en seguida dejó de mirarme y su rostro se cubrió de rubor.
- Jajaja. - solté una risotada.
- Es que la verdad, impresionarías a cualquiera... - se quedó un momento pensativo - Voy a tener que ser tu guarda espaladas hoy. Creo.
- ¿Por? - le miré interrogante.
- Porque como te deje sola un momento los demás tíos se te tirarán encima como cuervos al acecho. - soltó una risotada aquella vez él al ver mi rostro ruborizado.
- Mentiroso. - me crucé de brazos enfurruñada. No me gustaba que se burlaran de mí. Supongo que como a cualquiera.
Respiré profundo y llamé al ascensor, mientras taconeaba (o sueleaba, en este caso) impaciente.
Lo cierto era que mi aspecto era que mi aspecto era impactante, pero los chicos nunca habían sido mi fuerte. Es más, nunca había salido en serio con ninguno.
Hubo un chico, con el que había tonteado un poco, pero había resultado que era tan guapo que acabó enamorándose más de sí mismo más que de mí.
- No me había dado cuenta, pero vamos a conjunto. – dijo él, cortando el hilo de mis pensamientos que había empezado a surgir.
Sonreí, cayendo en la cuenta de que era verdad. Ambos habíamos elegido el azul y el negro.
- Yo tampoco me había dado cuenta.
Entramos en el ascensor.
- Espero que todo salga bien.
Noté que en su voz había nerviosismo.
Miré sus ojos, a través de las gafas, podía ver como tenía las pupilas dilatadas por la falta de luz del ascensor.
Le agarré la mano y se la estreché fuertemente.
- Ya verás como si.
Con una sacudida el ascensor llego a la planta baja. Abrí la puerta de un empujón, ya que solía trabarse a menudo.
Se la solté.
Caminamos bastante rápido, a pesar de que no teníamos claro qué íbamos a hacer hasta que fuera la hora del concierto.
En las calles había mucha gente, dado que hacía un día estupendo, con una temperatura más elevada de lo normal en aquella época del año.
Observé los rostros de cuantos pude, intentando memorizarlos por si los veía en el concierto de Simon. Aunque sabía que la mayoría no se dirigían al Gran Café Rock.
Nos paramos en frente de un restaurante de comida rápida.
Miré inquieta a Simon, mientras éste me hacía señas para que entráramos.
- Aún nos queda bastante tiempo hasta el concierto. – comentó, con una sonrisa.
Nos sentamos en una esquina, frente a la ventana, mientras una chica discutía en el mostrador con la cajera, porque le habían dado una pizza de anchoas en vez de una de pepperoni.
- ¿Vas a pedir algo? – preguntó Simon.
- No creo, – sonreí, mientras miraba a la gente que paseaba por la calle - ¿y tú?
- Tampoco. – dijo, mientras se rascaba la punta de la nariz con la uña.
Estábamos en silencio, mientras Simon repiqueteaba con sus uñas, en la mesa y yo me frotaba las manos con nerviosismo.
- ¿Tienes frío? – preguntó de golpe.
- Un poco, a decir verdad.
Simon me dirigió una media sonrisa y me pasó su chaqueta azul. Dejando al descubierto una camiseta verde, con el dibujo de un burro que señalaba una pizarra, con la fórmula de Einstein escrita allí (es decir E=mc2).
- Me gusta tu camiseta. – comenté.
- Si quieres también me la quito.
Me miró con picardía.
Comencé a reír, hasta que me dolió la tripa.
- No hace falta que me des tu chaqueta, Simon, yo he traído la mía. –  mientras lo decía señalé la chaqueta negra.
Simon hizo un gesto, elevando los hombros y bajándolos.
- Como quieras. - pareció resignarse.
Sin embargo, antes de que se pusiera la chaqueta, pude apreciar que los resultados de aquellos meses de cambios hormonales habían dado sus frutos.
El año anterior, Simon era alto y delgado, con las extremidades flojas y los pómulos muy marcados bajo la piel, ya que del estirón tan brutal que había pegado, se había quedado en los huesos.
Sin embargo, ahora tenía bastante más masa muscular, en el torso podían notarse sus pectorales y en los brazos se veían tras su blanquecina piel, las venas azuladas, que habían aumentado considerablemente de tamaño, conforme el brazo se había vuelto más robusto.
A pesar de aquello, seguía siendo considerablemente flacucho y desgarbado, aunque claro estaba, ¿qué adolescente no lo era?
Sonreí al encontrarme mirando sus venas, ya que Simon tenía terror a las agujas y se desmayaba con facilidad al ver su propia sangre o la de cualquiera.
- Me estás mirando. ¿Por qué me estás mirando? - su voz fue como una descarga directa a mi corazón.
Desperté de mi abobamiento repentino.
- Siempre te miro, Simon. – contesté, mientras miraba nuevamente por la ventana.
- Pero no de esa forma.
Le lancé una mirada iracunda.
- ¿Y cómo es que te suelo mirar?
- En primer lugar, con los ojos –contestó, riéndose de su propio chiste malo – pero como no es eso a lo que me refería, normalmente me miras, pero no me observas, ¿entiendes?
- No mucho, la verdad. - admití.
Simon resopló, como si fuera algo muy obvio.
- Te lo explicaré fácilmente… normalmente, me miras como podrías mirar un cuadro que siempre has visto al pasear por tu casa – hizo una pausa y me miró para ver si lo entendía – pero nunca me miras con interés.
- ¿Interés? – repetí, perpleja.
- Va, déjalo. - bufó y se apartó los cabellos castaños de la frente.
Se colocó la chaqueta nuevamente y se arregló las gafas que se le habían torcido.
Sonreí y le acaricié la mano, cariñosamente.
Él me devolvió la sonrisa y me guiñó un ojo.
Miré la hora, para asegurarme de que no llegábamos tarde, cuando me dí cuenta de que no sabía a qué hora era el concierto.
- Simon – dirigió en seguida su mirada hacia mí - ¿A qué hora empieza el concierto?
- Oh, a las siete, ¿por qué?
Miré nuevamente el reloj, eran las  seis y cuarto.
- Deberíamos ir yendo.
- Claro – contestó y se puso de pie, llevándose por delante a una chica que intentaba pasar por entre su asiento y el continuo.
- Perdón. – murmuró, mientras yo intentaba contener la risa floja, sin conseguirlo, por supuesto.
La chica le lanzó una mirada furiosa y le mostró su dedo corazón, mientras se iba bruscamente hasta su asiento.
- Que mal genio. – murmuró, mientras salíamos del local.
Reímos juntos y le sacudí sus ondulados cabellos, mientras le pellizcaba la mejilla.
- Vamos a ese concierto. He oído decir que el guitarrista está buenísimo y quiero verificarlo. – comenté.
Simon me rodeó con su brazo, mientras una media sonrisa surcaba su rostro.
- Más quisieras, pequeñaja, más quisieras.


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Lamento muchísimo tanto retraso, pero es que no he tenido tiempo casi ni para respirar D: PRometo ponerme más al día a partir de ahora ^^
Espero que este capítulo os haya gustado, el próximo será más extenso y solo puedo prometeros que tendrá una buena dósis de música y de sentimientos >///<
Gracias a todos por esos comentarios que me impulsan cada vez con más ánimo :)

4 comentarios:

  1. Simooooooooooooooooooooooooooooooooooooon <3 Es tan perfecto *-* Yo quiero uno así.
    Cuando vean a Dana así vestida los demás del concierto van a decir WTF?! xDD vale, estará muy guapa y todo lo que quieras, pero parece que va a un concierto de música clásica (como tú has dicho xD), demasiado arreglada ê_e pero el vestido me ha enamorado :3 ¿Donde lo venden? xD

    *voz de canih* Andaaaaaaaaaaaa Dana, k tan pillao mirando ar Simon, k te lo kerias trinkaaaaaaa xDD
    Enserio, creo que Simon no se refería a lo de "mirar pero no observar", eso era una excusa. En realidad le lanzaba una indirecta porque Dana le había lanzado una mirada lasciva y tenía miedo de que como siguiera así se le notara el bulto... ê_e xDDDDDDDDDDDDDDDD
    ¿Dosis de sentimientos?¿Qué? What? Quoi? Nandesuka? (He sentido que debía ponerlo en cuatro idiomas :P)
    Seguro que Simon se le declaran >//////////<
    ¿Será tan OHH GOD como lo imagino? <3 (yo ya doy por hecho que es eso, no me quites mi ilusión ¬¬)
    Espero el siguiente :3
    Besos <3 (y morreos para Simon y Jack, que aunque no haya salido en este capítulo -T^T ¿POR QUÉEEEE?- no me olvido de él :P)
    http://locoyunicomundo.blogspot.com.es/


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  2. ¡Muy emocionante! ¿Dosis de música? ¿Dosis de sentimientos? Oh, qué paz se respira cuando no aparece Jack. Pobrecito. Se queda sin Gabys xD (es que a las dos nos cae mal).

    ¡DANA! ARRÁNCATE ESE VESTIDO COMO SI TU VIDA DEPENDIESE DE ESO. POR DIOS. Yo ya estaría quitándomelo CON LOS DIENTES. Los vestidos son bonitos, sí; el maquillaje, también. Pero los vestidos son INCÓMODOS, y el maquillaje PICA a veces, y es UN TOSTÓN. Una todtada no, un TOSTÓN.
    Simooooooooooon ¡<3! Grrr. Yo quiero un friki desgarbado! Aunque... Ya tengo uno, ¿verdad, abuelita? (No te molestes, es una broma privada).

    Aquí una ferviente seguidora, esperando el siguiente capítulo con muchas ganas. Cambio y corto.

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  3. GABY JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAAJJ TE QUIERO TANTO XDDDDDDDDD En todos los blogs que leemos ambas, nos gustan y odiamos a los mismos personajes XDDDDD <3

    ¡Qué bien se está sin Jack! *-*
    SIMON. SIMON. SIMON. SIMON.¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SIMON!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Mi precioso, friki y sexy chico, eres un bombóm por dios. Ahh se le marcan los músculos, dios, que me da una hemorragia. Es mi chico, es tan...¡oh! es que sabe ser adorable cuando hay que serlo y ser pícaro cuando hay que serlo y tiene alma de chico malo pero es una buenazo y es super dulce y es un caballero y presta su chaqueta y manda indirectas y es SEXY y LO AMOm fjdnkgjdsbkgbaskjgbnagnsjkdbgjkds <3333
    Es tan protector, celosín y sweety <3 Quiere proteger a Dana de los 'cuervos' awww y Dana, guarrilla, que bien se fijaba eeeh. No si es normal, aww.

    Sigo empeñada en que si no puede acabar con Dana, conozca a una chica friki y sexy llamada Samantha. Para mí ya es un PJ de la historia, la tengo en mi cabeza JAJAJAJJAJAJAJAJAAJ Y está en el concierto LOL, porque yo lo digo.

    ¡Dios, como me sentí tan idenficada con Dana! Yo en fin de año iba con un vestido así y quería llevar mis Converse blancas y no me dejó mi madre DDDDDDDDDDD: desgracia de madres.

    ¡Continúa pronto por favor!
    Simon<3

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